jueves, 18 de enero de 2024

DON MATEO CANDALIJA

Era extremeño de nacimiento, de Llerena, y vino al mundo en el seno de una familia de clase media. Su padre era profesor de Filosofía. Vivió sus primeros años en la España heredera de nuestro gran siglo XVIII, tan desconocido como injustamente valorado. La meritocracia, ahora tan criticada y tan necesaria siempre, no era desconocida en la modesta burguesía española antes de la Revolución Francesa, de Napoleón y de las revoluciones liberales.  Mateo Candalija encontró en los libros el camino para, como decían los antiguos, ser un hombre de provecho y carrera. Así, inició en fecha temprana sus estudios de Filosofía y Retórica y después, como tantos de su condición y saber, su formación como jurista en la Universidad de Granada. Con poco más de veinte años era ya Bachiller en Leyes y en Cánones. Estos títulos le permitieron, más adelante, ser recibido como abogado por la Real Chancillería de Granada. Estaba ya en Jaén en 1808. Miguel Ángel Chamocho Cantudo, al que debemos muchos datos aquí mencionados, afirma que posiblemente llegó junto a Antonio María de Lomas, aquel corregidor que tan desastrada muerte tuvo al principio de la Guerra de la Independencia. 

Al producirse el levantamiento contra Napoleón, Mateo Candalija tomó partido por la causa de la Nación. Sus servicios fueron muchos y nunca, a pesar de las presiones y penurias que padeció, aceptó cargos o empleos del Intruso. En 1813, con la retirada de los franceses, volvió a Jaén y abrió casa en la calle Turronería. Allí vivió el resto de su vida. Estaba cerca de los treinta años y ya contaba con un buen nombre y cierto prestigio en la sociedad local. Su formación y sus méritos, como patriota y liberal, lo situaban en una buena posición para iniciar y consolidar una prometedora carrera. De acuerdo con lo anterior, fue nombrado oficial primero y abogado consultor del Ayuntamiento de Jaén. Con la vuelta del absolutismo, entre 1814 y 1820, sufrió persecuciones por razones políticas. Después, durante el Trienio Liberal fue alcalde constitucional de Jaén. En 1823 cambiaron otra vez las tornas y volvieron los tiempos de persecución y de silencio. Su nombre apareció, junto al de José María de Cuéllar - del que nos ocupamos en un anterior número de Siempre- en listas de liberales y de comuneros, como consta en las investigaciones de Marta Ruiz Jiménez. Figurar en tales relaciones en tiempos de despotismo no era cosa para tomarse a broma. 

Con la muerte de Fernando VII muchos liberales recuperaron su presencia pública. También se atenuaron los viejos radicalismos y las pasiones políticas. Los furores jacobinos evolucionaron, en muchos casos, hacia un liberalismo más templado e incluso abiertamente moderado. Éste fue el caso de Mateo Candalija que vivió años de gran actividad y reconocimiento. Sólo haremos un bosquejo  de su trayectoria en el Jaén isabelino. Así, en 1834, en plena epidemia de cólera, lo encontramos en la Junta de Sanidad, en la Junta de Instrucción Pública y de Beneficencia y también como gobernador de la Santa Capilla de San Andrés; en 1848 participó en la fundación del Colegio de Abogados de Jaén y en 1849 accedió por segunda vez, y durante un breve período no exento de polémicas, a la alcaldía de Jaén en sustitución de Juan Pedro Forcada;  fue secretario de la Diputación Provincial de Jaén, consejero y vicepresidente del Consejo Provincial de Jaén, aportó donativos para los heridos y viudas de las víctimas de los sucesos de julio de 1854 y, en 1860 formó parte de una comisión enviada a Madrid y relacionada con la construcción del ferrocarril en la provincia de Jaén, todo esto unido a su ejercicio profesional como abogado. Fue una vida del XIX español. Murió en marzo de 1867. 

Ángel Aponte Marín.

(Publicado en Siempre, Santa Capilla de San Andrés, núm.9, abril de 2022.)


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