jueves, 23 de octubre de 2025

VENTA DE AGUARDIENTE (1749)

El aguardiente era un producto de consumo general. En Jaén, a mediados del siglo XVIII, había al menos diez puestos en los que se despachaba tal bebida, la mitad de éstos regentados por mujeres. Eran los siguientes:

Calle de la Custodia, a cargo de María de Castro.

Caños de San Pedro: a cargo de Leonor de Vico.

Puentezuela: a cargo de Francisco de Cárdenas.

Los Morales: a cargo de Francisco Callejón.

Pastelerías: a cargo de Francisco de Archillas.

Junto a la Ermita de San Antonio de Padua: a cargo de Elena de Archillas.

Callejuela del Baño: a cargo de doña Ana Ladrón.

Espartería: a cargo de María Antonia González.

Plaza del Mercado: en la que despachaba Juan Palacios.

Fontanilla: a cargo de Luisa Colorado.

Por la concesión de las correspondientes licencias para vender "aguardiente y demás licores" estos vecinos pagaban al Concejo 5.918 reales. El aguardiente estaba, además, sujeto a determinados impuestos que estaban arrendados a don Francisco de Llamas, don Fernando Téllez, Francisco Caballo y, como fiador, don Francisco de Andújar.  Junto a los citados puestos había un número indeterminado de cosecheros eclesiásticos, tanto seculares como regulares, que vendían aguardiente en sus casas.

VENTA DE AGUARDIENTE (1749)

El aguardiente era un producto de consumo general. En Jaén, a mediados del siglo XVIII, había al menos diez puestos en los que se despachaba...