martes, 8 de noviembre de 2016

EL PERSONERO CRISTÓBAL DE RIVAS (1634)

El síndico personero debía defender los intereses del vecindario dentro del Cabildo municipal. Era un oficio de funciones imprecisas y de una escasa capacidad fiscalizadora. Si un síndico personero decidía actuar con rigor e independencia tenía ganada la hostilidad general de los caballeros veinticuatro y de los jurados. Que apareciese un hombre modesto dispuesto a enmendarle la plana a personajes de tanto fuste y tan escaso aguante no podía aceptarse como cosa natural. La posibilidad de que los síndicos personeros fuesen criaturas de un bando o estuviesen bajo la protección de algún regidor de peso parece evidente. Algunos desempeñaron el cargo durante años. No fue el caso de Cristóbal de Rivas, elegido personero por el Cabildo el 19 de mayo de 1634. Fue una elección discutida pues contó con la oposición de don Alonso Vélez Anaya que apoyaba a otro candidato, llamado Juan Delgado. Éste era natural de Jaén y Rivas había nacido en Martos. Una semana después, Cristóbal de Rivas, decidió renunciar a tan engorrosa responsabilidad. Las razones alegadas son dignas de mencionarse: "por no saber leer ni escribir ni tener la inteligencia que se requiere"*. Dijo, además, "ser pobre con hijos que necesitan de trabajo para su sustento" y el oficio de personero estaba mal pagado. Tanta humildad venía compensada con otra declaración en la que decía "ser noble y que no está en costumbre este oficio en darse a nobles". Todo eran achaques. Son alegaciones muy sensatas y nadie podía negarle -a pesar de su pobreza y falta de instrucción- el orgullo de afirmar su ascendencia pero parecen, simplemente, una excusa. Creo que lo pensó bien y se espantó ante las rivalidades y parcialidades de la política local, también debió de influirle la posible inquina de  don Alonso Vélez Anaya.
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*  Se puede consultar mi Reforma, decadencia y absolutismo. Jaén a inicios del reinado de Felipe IV, Jaén 1998.

2 comentarios:

  1. Fue sensato D. Cristobal porque esas parcialidades en la política local son para espantarse.
    Saludos D. Ángel

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  2. En Jaén eran tremendas, con unos odios enconados.

    Gracias por su reflexión, doña Ambar.

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