Fue caballero veinticuatro de Jaén. Hizo la guerra de Granada, la del levantamiento de los moriscos, y allí estuvo, entre penalidades y despeñaderos, con dos lanzas y cuatro arcabuceros a su costa. No recibió recompensa, ni merced alguna. Después, como veinticuatro, ejerció su oficio con seriedad y celo. Así, en 1590, antes de una votación, pidió consejo a “personas de ciencia y conciencia de lo que más conviene hacer al servicio de Dios Nuestro Señor, de Su Majestad, y bien desta república”, pues no eran asuntos menores los que se trataban en el Cabildo municipal de una ciudad con voto en Cortes. Formó parte de una liga de caballeros veinticuatro, encabezada por Luis de Escobar, un hidalgo de muchos años y autoridad en Jaén, que defendía con resolución y libertad el bien de la Ciudad y de la Monarquía. Dentro del gobierno del Concejo, don Fernando Castrillo de Mendoza participó en distintas comisiones. En 1606 se le encomendó, junto a don Ambrosio Suárez del Águila, también cofrade de...