miércoles, 30 de marzo de 2016

MALOS VINOS (1700)


No todo lo que se comía y bebía en tiempos pasados era natural y sano. En abril de 1700, el corregidor de Jaén, don Eugenio de Miranda y Gamboa, del Consejo de Hacienda y gentilhombre de Boca de Su Majestad, informó al Cabildo municipal de Jaén que había inspeccionado las tabernas, acompañado del escribano mayor, "aviendo llegado a su noticia las quejas del público de los malos binos que se benden en las tabernas del vino generoso, del privilegio que goza la ziudad, porque los harrieros que los probeen para utilizarse, deviendo ser añejos y de buena calidad, los traen nuebos y adulterados". Por fuerza la llegada del Corregidor -peluca, espadín y casaca- tuvo que causar alarma y cierta estupefacción entre los taberneros y sus distinguidas parroquias. Don Eugenio, tras su visita, pudo constatar el fraude generalizado en la calidad de los vinos, en perjuicio de la Real Hacienda y de la salud del vecindario por las "graves enfermedades que pueden causar los vinos nuebos del año". Éstos eran objeto de adulteraciones, mixturas sospechosas y se deterioraban con facilidad. Además, el Corregidor denunciaba el fraude continuo a la Real Hacienda que los "metedores" o contrabandistas ocasionaban, vendiendo vino de manera clandestina sin pagar impuestos y en perjuicio de los taberneros que arrendaban sus puestos. Esta desvergüenza, dada su condición de consejero de Hacienda le tenía que indignar especialmente. Hay que indicar que el número de establecimientos con licencia para vender vino añejo era limitado y controlado por el Ayuntamiento. Con la voluntad de que el público consumiese "los mejores géneros" enviaron a Juan de Uceda "criado de confianza de la Ziudad que pasase a la tierra baja y trajera una cantidad de vino jeneroso el qual se embodegare en esta ziudad y se proveyesen las tavernas para que el público esté abastecido con puntualidad". El intervencionismo municipal se reforzó también en este ramo. Por cierto, pensamos que Juan de Uceda debía de ser hombre dispuesto,  conocedor de la calidad de los caldos a adquirir y buen negociador.
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Archivo Municipal de Jaén, Actas capitulares, cabildo de 5-4-1700.

lunes, 21 de marzo de 2016

DON ALONSO VÉLEZ ANAYA Y LAS FUENTES

Fuente del Palacio Vélez Anaya

Don Alonso Vélez Anaya y Mendoza fue uno de los caballeros veinticuatro más influyentes en el gobierno municipal de Jaén durante los reinados de Felipe III y Felipe IV. A lo largo de toda su trayectoria destacó por su independencia de criterio y su valentía, siempre en defensa de las libertades y derechos municipales. Esta actitud no le impidió ser muy crítico con los abusos e irregularidades que todo grupo de poder tiende, por la naturaleza de las cosas, a cometer. Uno de estos excesos se relacionaba con las concesiones de agua a favor de ciertos particulares, beneficiados por un trato de favor, en perjuicio de los intereses del vecindario. En esos tiempos un pilarillo en un patio alegraba más la vida que los más lujosos estrados. Él mismo, don Alonso, debía de saberlo pues en su palacio, cercano a la Catedral, tenía una fuente bien elegante. El nueve de febrero de 1618, don Alonso denunció ante el Cabildo "los grandes excesos que hacían [el resto de los regidores] en conceder y dar fuentes particulares a los vezinos desta ciudad de las dos fuentes públicas de la Magdalena y Santa María". Recordaba el caballero "los señores reyes cometieron la reformación y castigo dello más tiempo a de cien años al bachiller Juan de Burgos, el qual bino a esta ciudad". El rigor del Bachiller queda de manifiesto cuando recordaba don Alonso que remedió el abuso "abiendo fecho grandes aberiguaciones de las fuentes antiguas". Creo yo que pediría papeles y probanzas para verificar El derecho de cada cual en los aprovechamientos de los raudales. La palabra reformación era muy del gusto de los tratadistas y arbitristas de la época que no dejaban de tener cierta afinidad con don Alonso Vélez. 
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* El texto en Archivo Municipal de Jaén, Actas Capitulares de 1618, cabildo correspondiente al 9 de febrero. La fotografía -incluida en mi libro Reforma, decadencia y absolutismo, Jaen a inicios del reinado de Felipe IV, (Jaén, 1998)- es de la fuente del Palacio Vélez Anaya.

miércoles, 16 de marzo de 2016

MEDIDAS DESAMORTIZADORAS Y TRINITARIOS CALZADOS (1822)

En 1822 los liberales aplicaron la legislación aprobada por las Cortes de Cádiz cuyo fin era desamortizar numerosos bienes inmuebles. A los incluidos en dichas disposiciones, durante el Trienio Constitucional añadieron los pertenecientes a los monasterios y al Santo Oficio. Según informes del conde de Toreno, se vendieron 25.500 fincas con una ganancias para el Estado que ascendieron a unos 1.500 millones de reales. Cuando Fernando VII restauró el absolutismo en 1823 estas ventas quedaron sin efecto, para desolación de los compradores, pero fueron recuperadas por éstos en 1835. El importe de lo obtenido en las subastas se emplearía en reducir el endeudamiento del Estado. Sólo podrían participar en estas transacciones los que tuviesen títulos de deuda pública.
Entre los bienes desamortizados estaban los pertenecientes al Convento de los Mercedarios Calzados. A finales del siglo XVIII esta orden contaba en el Reino de Jaén con cuatro casas y algo más de de medio centenar de religiosos. A continuación presento, debidamente enumerada, la relación de los bienes de su convento de Jaén. La lectura del nombre de los pagos y parajes del término, la naturaleza de los cultivos y de las heredades, nos permitirán, en alguna medida, reconstruir paisajes ya perdidos, conservados en algunos casos afortunados o, simplemente transformados por el tiempo. El criterio que voy a seguir es muy simple. Cito, en primer lugar, la ubicación de las fincas, sus características y extensión para, finalmente, indicar, su valor de tasación junto a la estimación de la renta anual que producían. Es conveniente indicar que si, en general, las propiedades subastadas se tasaron a un precio inferior al del mercado, era tal la demanda de tierras e inmuebles urbanos que los compradores llegaron a pagar hasta un 200 % más respecto al precio de salida en las subastas. La demanda de tierra y de casas era muy grande.
    
1. Puerto Alto, casería de 34 fanegas y nueve celemines, con casa de teja, 50 olivos mayores, 320 menores y diversos frutales. Tasada en 25.888 reales y con una renta anual de 850 reales.
2. Puerto Alto, olivar de 12 fanegas y tres celemines, con 246 matas de olivos mayores y 170 matas de olivos menores de varias clases. Tasado en 7.550 reales y con una renta anual de 526 reales cada año.
3. Puerto Alto, un pedazo de pinar de nueve fanegas y seis celemines. Tasado en 1.800 reales, con una renta anual de 54 reales.
4. Puerto Alto, otro pedazo de pinar de cuatro fanegas y seis celemines, con 25 matas de olivos mayores, valorado en 1.300 reales, renta estimada en 39 reales por año.
5. Torre de Juan Baños, huerta de una fanega y diez celemines con media docena de nogales, siete matas de albarillos, tres higueras, un peral y una casa choza. Fue tasada en 16.500 reales y rentaba anualmente 495 reales.
6. Virgen Blanca, una huerta de una fanega, con ocho higueras, 39 granados, cinco parrales de 120 pies, 60 cepas de viñedo. Valorada en 7.750 reales y con un rendimiento anual de 432  reales.
7. Lope Pérez, huerta, 8,5 celemines, cinco nogueras, un parral, varios frutales. Tasada en 6.750 reales, rentaba cada año 202 reales.
8. Vado de La Guardia, huerta de tres fanegas, con 20 perales y otros árboles, choza y vestigios de un molino harinero. Tasada en 20.500 reales, renta anual de 619 reales.
9. Guadualla, en La Guardia, una huerta de cinco celemines, tasada en 1.400 reales y rentaba por año 42 reales.
10. Molinillo, haza de una fanega y seis celemines, tasada en 2.800 reales y con una renta anual de 80 reales.
11. Virgen Blanca, haza de seis celemines, tasada en 2.500 reales y con un rendimiento anual de 75 reales.
12. Virgen Blanca, haza de dos fanegas con seis celemines, tasada en 2.350 reales, rentaba cada año 70 reales.
13. Salina de Arroyo de Valparaíso, haza de riego de una fanega, tasada en 2.000 reales, rentaba 60 reales por año.
14. Salina de Arroyo de Valparaíso, haza de secano de seis celemines, tasada en 400 reales y con una rendimiento anual de doce reales.
16. Pilar de la Dehesa, haza de riego de cinco fanegas y tres celemines, tasada en 1.980 reales, rentaba anualmente 89 reales.
17. El Valle, haza de riego de una fanega, valorada en 3.300 reales, se obtenía una renta anual de 99 reales,
18. Valdecañas, haza de riego de una fanega, tasada en 1.000 reales, con una renta anual de 80 reales.
19. La Cañada, dos hazas, de 3 fanegas y medio celemín respectivamente, de riego, valoradas en 11.800 reales, con una rendimiento anual de 354 reales.
20. La Cañada, haza de cinco celemines, de riego, valorada en 1.500 reales, rentaba cada año 45 reales.
21. El  Valle, haza de riego, once celemines, tasada en 2.100 reales y una renta estimada en 63 reales por año.
por año.
22. Barranco Hondo, un pedazo de tierra de 235 fanegas y nueve celemines con fábrica de salina, casa, pozo y pila, tasada en 12.400 reales y con una renta anual de 372 reales.
23. La Corona, un pedazo de tierra con olivos, una fanega y seis celemines, tasada en 5.450 reales y 163 reales de renta anual.
24. Puerto Alto, haza de riego, dos fanegas y nueve celemines con 107 matas de olivo, tasada en 3.820 reales y renta anual de 114 reales.
25. Colindante con el convento de Trinitarios Calzados, huerta de siete celemines con 57 olivos, tasada en 3.892 reales. Rentaba cada año 160 reales.
Los fincas urbanas del convento eran las siguientes:
1. Una casa en la calle de la Santísima Trinidad, valorada en 22.560 reales con una renta anual de 900 reales.
2. Una casa en la calle de la Santísima Trinidad, valorada en 4.367 reales con un rendimiento anual de 174 reales.
3. Una casa en la calle de la Santíima Trinidad, valorada en 6.360 reales con una renta anual de 250 reales.
4. Una casa en la calle de la Concepción Vieja, valorada en 4.222 reales, rentaba 168 reales por año.
5. Una casa en la calle de la Concepción Vieja, valorada en 3.407 reales con una renta anual de 136 reales.
6. Una casa en la calle de la Concepción Vieja, valorada en 2.680 reales con un rendimiento anual de 107 reales.
7. Un portal por bajo del Arco de San Lorenzo, valorado en 2.100 reales, con 24 reales de renta anual.
8. Una casa en la calle de Santo Domingo, valorada en 3.500 reales con una rendimiento anual de 140 reales.
La superficie de las fincas, en total, era de unas doscientas hectáreas y la renta obtenida ascendía a 5.139 reales anuales. Eran, en general, propiedades pequeñas o medianas más o menos dispersas, procedentes, en buena parte, de donaciones y mandas piadosas. La renta anual de los inmuebles urbanos era, en términos relativos, notablemente superior. La casa de la calle de la Trinidad, valorada en 22.560 reales, era más rentable (900 reales por año) que la casería de Puerto Alto, tasada en 25.888 reales y con una renta anual de 850 reales. Ocho fincas urbanas suponían la cuarta parte de las rentas anuales derivadas de todos los bienes inmuebles del Convento.

miércoles, 9 de marzo de 2016

DESTERRADO POR AMANCEBADO (1612)



Hace unas semanas escribí en Retablo de la Vida Antigua sobre don Alfonso de Vico, un personaje de Huelma que fue condenado a servir al Rey, como soldado en sus presidios, por su conducta descontrolada e incontinente. Ahora voy a referir otro caso ocurrido en la misma villa, aunque muchos años antes. Era el año 1612 y Sebastián García estaba en la cárcel pública al ser acusado por el alcalde ordinario de "zierto delito de amanzebamiento y otros en cuya birtud fue presso y lo está en dicha carzel muchos dias". Y no contento con su encierro "por el dicho alcalde a sido condenado a seys años de destierro desta villa y su termino y jurisdiccion, los quatro prezisos y los dos voluntarios". No debemos pensar que Huelma en el siglo XVII albergase una comunidad de acendrado puritanismo, implacable con los más desenfadados, o que, en cambio, el ambiente de desenfreno fuese tal que obligase a sus justicias a actuar con medidas draconianas. Estas situaciones eran y son propias de todo tiempo y lugar. Los amancebamientos fueron muy frecuentes en todos los estamentos. De vez en cuando, eso sí, había redadas y algunos desgraciados pasaban una temporada a la sombra.  Seis años de destierro no eran, precisamente, una pena moderada. Los alcaldes ordinarios, en muchas ocasiones, imponían a los procesados unas sentencias de tal severidad que no dejan de producir cierta estupefacción. Es, sin embargo, improbable que Sebastián García cumpliese tal pena y se viese obligado a vivir errante, dejado de la mano de Dios, durante media docena de años. Las sentencias dictadas por tribunales concejiles o señoriales eran frecuentemente recurridas y modificadas por la Justicia real. 
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*El testimonio consta en Archivo Histórico Provincial de Jaén, legajo 6.673, fol. 184, año 1612, ante el escribano Ortega Navarro.

jueves, 3 de marzo de 2016

FRAUDES CON EL TRIGO (1650)



En 1650, pasada la siega, los canónigos de la Catedral de Jaén, creo que muy airados, mandaron a una comisión al lugar de Villargordo, dependiente de la jurisdicción de Jaén, para que investigase y procediese debidamente "con los labradores que diezmaron trigo mojado"*. Era una ladina argucia de difícil explicación en el confesionario. Dios tendría piedad con ellos -pensarían los culpados- pues el apaño se hizo en año de peste y aguas.

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* Archivo Histórico Diocesano de Jaén, actas capitulares del Cabildo Catedral, 16 de septiembre de 1650