miércoles, 27 de enero de 2016

LADRONES DE GANADO EN EL SIGLO XVIII

En el Jaén de los siglos XVII y XVIII eran más frecuentes los casos de violencia, incluso con resultado de muerte, que los robos. Este hecho puede deberse a un arraigado respeto a la propiedad privada pero también a la severidad de las leyes que castigaban hurtos y robos. Las estocadas se tenían en cosa de poca importancia, si todo quedaba en unas heridas, e incluso las muertes se arreglaban concertando perdones y compensaciones económicas a las partes perjudicadas. No significaba, sin embargo, que los ladrones fuesen inexistentes. Tras repasar mis notas de archivo*, encuentro varios casos procedentes de protocolos notariales ocurridos entre 1760 y 1782.

En 1769, don Juan Alonso de los Ríos denunció el robo de  medio centenar de cerdos, descritos como reses "grandes y pequeñas" que pastaban en el término de Campotéjar, en Granada pero muy cerca de Jaén. Al parecer, algunas habían sido localizadas en Noalejo. En ese mismo año, el conde del Donadío puso en conocimiento de la Justicia el hurto de unas vacas. Al año siguiente fue apresado Cristóbal de Navas por su relación con el caso y "la sustrazión, ocultación, muerte, benta [...] de las reses bacunas" de tan linajudo propietario. En 1770, Pedro de Cuevas estaba en la Cárcel Real por "supuesta extracción de ganados cabríos".  En 1771, don Ignacio de Sanmartín Covaleda, fue víctima de un hurto de ganado lanar e informó al correspondiente escribano de la captura de los receptadores de las reses, llamados Joaquín Manjón y Fernando de Ortega, vecinos de Jaén. En 1777, hubo un robo de ganado aunque no en despoblado sino en las afueras de Jaén, así una escritura menciona la "substracción de tres carneros de un corral que se halla junto a la Puerta Barrera de esta dicha ciudad". Fue culpado del hecho un vecino llamado Joaquín Castillo al que le intervinieron "cierta llave, partido un hoyo y dádole el nombre de ganzúa". En 1781 un individuo llamado Salvador Ruiz fue acusado de robar un cerdo y al año siguiente fue capturado y culpado del robo de ganado vacuno. Fue condenado a servir en los presidios de África, donde se encontraba en 1782.

La inseguridad en el campo queda de manifiesto en los casos de asaltos y escalamientos en cortijos y caserías. En 1771, Luis de Molina fue acusado de robar trigo y cebada en un cortijo del pago de Cuevas. Un año antes, Cristóbal de Aranda, vecino de Jaén, declaró que "allándose de maestro de molino harinero en el que llaman de Valparaíso El Alto, yendo a él encontró la nobedad de aber escalado la casa y de ella extraído diferentes piezas de herramientas y sobre su paradero a practicado varias diligencias [...] resultando de ellas algunas personas reas".

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*Archivo Histórico Provincial de Jaén, legajo 1.949, fol. 239, (1769), legajo 2.146, folio 21, (1769-1770). Ibíd., legajo 2.144, folios 58, 67 y 71 (1771), 2.161, fol. 292. (1777), legajo 2.144, folios 70 y 164 (1770), legajo 2.212, folios 38 y 58 (1781-1782)

2 comentarios:

  1. Deduzco, después de leer su entrada, que los casos de violencia eran juzgados con mayor benignidad. Probablemente la causa haya que buscarla en su frecuencia por aquello de " quien no ha dado o recibido alguna herida en una noche de vino y farra". Lo del robo ya es más importante, a tenor de lo que usted nos cuenta, porque perder el pan de cada día, presumo, no era tema baladí.

    Saludos D. Angel

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  2. La consideración hacia los actos violentos era otra. Lo mal visto, incluso, era no reaccionar de manera airada ante determinadas ofensas y situaciones.

    Muchas gracias, doña Ambar.

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