En 1650, pasada la siega, los canónigos de la Catedral de Jaén, creo que muy airados, mandaron a una comisión al lugar de Villargordo, dependiente de la jurisdicción de Jaén, para que investigase y procediese debidamente "con los labradores que diezmaron trigo mojado"*. Era una ladina argucia de difícil explicación en el confesionario. Dios tendría piedad con ellos -pensarían los culpados- pues el apaño se hizo en año de peste y aguas.
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* Archivo Histórico Diocesano de Jaén, actas capitulares del Cabildo Catedral, 16 de septiembre de 1650