lunes, 28 de noviembre de 2016

EJECUCIÓN EN LA CAROLINA (1863)


Uno de los tópicos más absurdos y carentes de veracidad es el del bandolerismo romántico y generoso. El siguiente suceso puede ilustrarnos al respecto. A inicios de noviembre de 1861 dos arrieros, padre e hijo, fueron asaltados en despoblado por una cuadrilla de ladrones en Las Juntas, término de Vilches. Llevaban una carga de trigo valorada en unos treinta duros. Los condujeron a Vilches, donde escondieron lo robado en la casa de un carpintero que se unió al grupo. Desde allí condujeron a los pobres trajinantes, con los ojos vendados, en una noche de viento y aguas furiosas, a las cercanías de Linares. Sin piedad alguna los asesinaron arrojándolos al pozo de una mina abandonada. La víctima más joven tenía apenas catorce años. Por desgracia estos casos no eran infrecuentes. La Guardia Civil, el telégrafo y el ferrocarril acabarían con ellos pero no fue fácil tarea ni careció de peligros. La Justicia capturó a los criminales, no sé si a todos. El 16 de diciembre de 1863 le dieron garrote en La Carolina a Juan Mantecón Poveda, considerado autor de los hechos. Presenciaron su muerte tres de sus cómplices, de los que desconozco su destino final, y el vecindario de dicha población. Hacía, al parecer, mucho tiempo que no se ejecutaban penas de muerte en La Carolina.

sábado, 19 de noviembre de 2016

DEL JURADO BERNABÉ MARTÍNEZ DE ALCÁZAR (1621)

Bernabé Martínez de Alcázar fue jurado de Jaén en el reinado de Felipe III. Se casó dos veces, la primera con doña Catalina de Alarcón y la segunda con doña Juana de las Vacas. De su primer matrimonio, que yo sepa, no quedó descendencia pero sí tuvo al menos dos hijos con doña Juana: Diego Álcázar de las Vacas y doña Inés Alcázar de las Vacas. También tuvo un sobrino presbítero, llamado don Diego Martínez de Alcázar. Nuestro jurado testó en 1621 y allí dio cuenta de su modesto patrimonio, consistente en una huerta procedente de los bienes de doña Catalina y de una capellanía que ésta había fundado en el Convento de Santo Domingo. El jurado, piadoso también, dejó una manda de 5.000 maravedíes a la cofradía del Santo Rosario.

martes, 8 de noviembre de 2016

EL PERSONERO CRISTÓBAL DE RIVAS (1634)

El síndico personero debía defender los intereses del vecindario dentro del Cabildo municipal. Era un oficio de funciones imprecisas y de una escasa capacidad fiscalizadora. Si un síndico personero decidía actuar con rigor e independencia tenía ganada la hostilidad general de los caballeros veinticuatro y de los jurados. Que apareciese un hombre modesto dispuesto a enmendarle la plana a personajes de tanto fuste y tan escaso aguante no podía aceptarse como cosa natural. La posibilidad de que los síndicos personeros fuesen criaturas de un bando o estuviesen bajo la protección de algún regidor de peso parece evidente. Algunos desempeñaron el cargo durante años. No fue el caso de Cristóbal de Rivas, elegido personero por el Cabildo el 19 de mayo de 1634. Fue una elección discutida pues contó con la oposición de don Alonso Vélez Anaya que apoyaba a otro candidato, llamado Juan Delgado. Éste era natural de Jaén y Rivas había nacido en Martos. Una semana después, Cristóbal de Rivas, decidió renunciar a tan engorrosa responsabilidad. Las razones alegadas son dignas de mencionarse: "por no saber leer ni escribir ni tener la inteligencia que se requiere"*. Dijo, además, "ser pobre con hijos que necesitan de trabajo para su sustento" y el oficio de personero estaba mal pagado. Tanta humildad venía compensada con otra declaración en la que decía "ser noble y que no está en costumbre este oficio en darse a nobles". Todo eran achaques. Son alegaciones muy sensatas y nadie podía negarle -a pesar de su pobreza y falta de instrucción- el orgullo de afirmar su ascendencia pero parecen, simplemente, una excusa. Creo que lo pensó bien y se espantó ante las rivalidades y parcialidades de la política local, también debió de influirle la posible inquina de  don Alonso Vélez Anaya.
_________________________
*  Se puede consultar mi Reforma, decadencia y absolutismo. Jaén a inicios del reinado de Felipe IV, Jaén 1998.